La complejidad de un proyecto de infraestructura puede atribuirse a la necesidad de una nueva tecnología, a dificultades del sitio de construcción, a la interferencia con las actividades de la comunidad conviviente con el proyecto o a obstáculos normativos y legales. En el caso de un proyecto de infraestructura en un ambiente como el de la Ciudad de México es posible que converjan todos estos obstáculos.
Las obras de infraestructura se deben ejecutar inmersas en una actividad humana frenética, dinámica y concentrada en cada vez más compactos espacios, que no es posible suspender para los trabajos de construcción. El planificador, proyectista y constructor deben, con gran creatividad, resolver los complejos problemas que todo ello supone. La tecnología más adecuada, que tome en cuanta la dificultad de trabajar en un suelo poco apto para desplantar estructuras o introducir redes subterráneas, en una región sísmica; la comunicación con la comunidad y las medidas para mitigar los impactos temporales de la construcción, primero, y los permanentes, en muchos casos, después, son fundamentales para la aceptación del proyecto por los habitantes de la ciudad; además, los proyectos estarán siempre sujetos a la aplicación de restricciones legales y a riesgos de daños a terceros que el constructor debe prever en su plan de construcción.
El objetivo de la ingeniería civil es mantener operando la infraestructura de una ciudad en movimiento continuo para dotar a sus habitantes de los servicios básicos de agua, drenaje, transporte, energía y comunicación sin menoscabo del estándar de vida habitual.